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sábado, 21 de mayo de 2011

Las cárceles del alma



Cuentacuentos.-

Las cárceles del alma

Miró a ambos lados de la calle antes de cruzar aquella puerta. Era la puerta de su casa, de la que había tenido que salir hacía menos de un mes como alma que lleva el diablo. La misma puerta que había cruzado seis años antes, en los brazos del entonces su gran amor, llena de ilusión y proyectos de futuro. Una puerta que guardaba secretos inconfesables y situaciones imposibles de explicar por una mente medianamente en sus cabales....

Había permanecido escondida en una esquina más de tres horas, hasta ver como su aún marido salía para el trabajo. Con sumo cuidado y vigilando que nadie la viera, se dispuso a meter la llave en la cerradura, para poder sacar algunos de sus enseres personales. Huyó sólo con lo puesto, en una de esas noches que el alcohol y la locura le había hecho temer por su vida y por la de su hijo. Recogería rápido lo más imprescindible y saldría de allí con la misma vigilancia con la que entró....

Abrió una sábana de matrimonio encima de la cama y comenzó a poner en el centro ropa de su hijo y suya, sin elegir ni detenerse demasiado a comprobar si era la adecuada o la preferida de ambos. Igualmente sacó de los cajones todo lo que pudo y en lo que más tiempo perdió fue en buscar el libro de familia y otros papeles que posiblemente necesitaría en el futuro. Una vez metido todo en el hatillo improvisado, anudó bien las cuatro puntas de la sábana y con rapidez salió de la habitación de matrimonio, dirigiéndose de nuevo a aquella puerta que había sido demasiado tiempo las rejas imaginarias de su prisión. Justo en ese momento, alguien abría desde fuera. Retrocedió con espanto y la puerta se abrió...

-¿Qué haces aquí puta? -Le decía su marido con un brillo de odio en los ojos, que era demasiado familiar para Yolanda-

¿Dónde está mi hijo? ¿Quién te crees que eres para disponer de mi hijo y esconderlo? -Gritaba, mientras la zamarreaba y le escupía en la cara-.

De aquí sólo saldrás con los pies por delante. Eso tenía que haber hecho hace mucho tiempo. Tú no mereces ni desprecio. Eres la más inútil de cuantas mujeres he conocido y lo único que hay que hacer con tipas como tú es quitarlas de en medio y meterlas en un agujero en el cementerio donde dejen de tocarles los cojones a los hombres... Eres una hija de la gran puta y vas a pagar lo que has hecho.

Yolanda, no hubiera podido articular palabra aunque hubiese querido. Era mucho el miedo que tenía y lo único que se atrevía a hacer era recular más y más, hasta que vio la mano vuelta de su marido dirigirse hacia su cara... Trató de protegerse como pudo, tropezando en ese mismo momento, cayendo de espalda, golpeándose en la caída la nuca con el pico de la pesada mesa del salón.

Avisada la policía por las compañeras de la casa de acogida, fueron hasta el domicilio al día siguiente. Nadie contestaba y no se oía ningún ruido en el interior. También fueron al trabajo del marido, donde informaron que llevaba más de una semana de baja laboral por depresión.

La insistencia de la familia y de la Asociación de Mujeres Maltratadas, hizo que el inspector encargado del caso solicitase al juez una orden para abrir y entrar en la vivienda...

Tres días había pasado desde que Yolanda decidió ir a por sus cosas... Al abrir los agentes, se encontraron el cadáver de la mujer encima de la alfombra, en medio del comedor, sobre una gran mancha de sangre. El cuerpo del marido, estaba colgado de una viga en el lavadero...

La prensa informaba al día siguiente de otro crimen de género: La víctima, Yolanda Martínez, hacía el número treinta y uno en lo que llevábamos de año. Su asesino, Antonio Gómez, se había suicidado ahorcándose a continuación. La pareja dejaba huérfano a un hijo de cuatro años....

La puerta quedó precintada por la policía hasta esclarecer todos los pormenores del suceso...

Más historias en el siguiente enlace: http://www.elcuentacuentos.com/

2 comentarios:

Pugliesino dijo...

La mayoría de las noticias en las que los maltratadores logran acabar con la vida de sus victimas terminan con un fallido intento de suicidio de estos.
Al menos aquí hay uno que muere.
Disculpa la brusquedad del comentario, pero es que entre que la justicia no termina de endurecer las penas, a los maltratadores probados que lo son, y cada año lo mismo pues...

Cruda y tristemente real narración.

Hay que seguir denunciando Roc, un abrazo!

Jara dijo...

Se me ponen los pelos de punta con estas historias. Yo he escrito tb bastante sobre el tema.


sigo sin explicarme como ha día de hoy la ley no es más fuerte en este sentido.

un besote