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lunes, 6 de agosto de 2007

EL MIEDO QUE PARALIZA


El miedo que paraliza


Somos muchos los que experimentamos miedo intenso y persistente hacia un objeto,
situación o actividad específica. Casi todo el mundo conoce a alguien con este tipo de problemas.
Hay quién se desmaya al ver sangre o se paralizan al ver una mariposa. Se trata de una fobia y por lo general, oculta un problema psicológico originado en la infancia.
Las fobias son miedo irracional que determina un deseo imperioso de evitar
lo temido. Y aunque todos llegamos a experimentar este sentimiento en algún momento,
los profesionales que atienden estos trastornos precisan que cuando alcanza el
rango de fobia, la conducta que lleva a evitar la ansiedad se convierte en un muro.
Es decir, una incapacidad que restringe la libertad del sujeto que la padece.
Además, la tensión que sufre esta persona suele ser desproporcionada en relación
con situaciones reales, y aunque la víctima de este miedo está plenamente consciente
de que su miedo es irracional, no lo puede controlar.
Psiquiatras y psicólogos coinciden en que estos temores extremos son mecanismos de defensa
ante la angustia; en vez de enfrentarse a ella, el individuo la evita y la deposita
inconscientemente en un objeto (como un animal o arma) o alguna situación que normalmente
no se considera peligrosa, como viajar en metro o conducir un automóvil en carretera.
Por ello se dice que las fobias, al tener motivaciones profundas que van más allá del
objeto mismo del miedo, son la "punta del iceberg" de un problema que se arrastra desde la infancia.
Las mujeres manifiestan más estos trastornos, aunque no existe una explicación
científica a este hecho. Los expertos se inclinan a pensar que hay varios factores:
Debido a la propia constitución biológica de la mujer y sus ciclos vitales (menopausia, menstruación, embarazos y partos). O bien, por factores culturales, pues son
muchas veces relegadas a un segundo término. Se estima que el grupo de mayor riesgo es el que
trabaja y al mismo tiempo es ama de casa, pues en términos generales las fobias son frecuentes
en personas con muchas responsabilidades, preocupadas por la productividad o que buscan fama y éxito.
Tipos de fobias:
Los expertos reconocen que hay gran diversidad de fobias, pero suelen agruparlas en tres tipos fundamentales:
simples o específicas, sociales y agorafobia.
Esta última es la fobia con mayor solicitud de tratamientos. Es el miedo a estar solo o sentirse
atrapado en espacios públicos concurridos o con difícil acceso a la salida, y la cual puede ocasionar
que quien la padece no salga de su casa sin compañía de un conocido. Muchos niños tienen ansiedad cuando se separan de sus padres (basta que ellos salgan de casa para ir a cenar) o experiencias traumáticas cuando están solos, lo que determina que cuando sean mayores padezcan agorafobia.
La agorafobia oculta la mayoría de las veces impulsos agresivos, y se manifiesta en la edad adulta
a raíz de una crisis de angustia. De repente, el individuo se despierta de noche sintiendo que está
gravemente enfermo, acude a una clínica o con su médico y se le diagnostica crisis de pánico.
Si ésta vuelve a surgir en un restaurante o centro comercial, se experimenta "miedo al miedo",
hecho a partir del cual inicia una angustia permanente a que la situación se repita;
ese es el motivo por el que comienzan a evitar situaciones que creen peligrosas.
La fobia social es la que más pacientes manda al diván, y se caracteriza por el temor a exponerse
a los demás. El miedo al ridículo, fracasar en una tarea, perder el dominio de sí mismo, caerse o tambalearse y hasta mostrarse avergonzado o ruborizado hace que el afectado evite comer, beber, escribir, etcétera… Es decir, cualquier cosa en público por sencilla que parezca.
Las personas con este trastorno evitan asistir a reuniones con gente aunque sean conocidas (incluso familiares), evaden hablar en público y hasta rehuyen citas amorosas. Cuando las personas afectadas se ven expuestas a tales situaciones, presentan palpitaciones, sudoración, sonrojos, dolores en el estómago o temblores.
Por último, cuando el miedo se concentra en un sólo estímulo, sea un objeto o una situación concreta, se trata de una fobia simple. En estos casos, el motivo que la ocasiona es variado, entre ellos: Animales (zoofobia), perros (cinofobia), gatos (gelofobia), insectos (etomofobia),
muerte (tanatofobia), sangre (hematofobia), espacios cerrados (claustrofobia),
altura (acrofobia), enfermedades (nosofobia) o contagio (misofobia), al número 13 (triscaidecafobia), payasos (coulrofobia), matrimonio (gamofobia), sexo (genofobia).
Se sospecha que el porcentaje de gente que padece fobias simples es muy elevado, pero se trata de algo difícil de determinar, dado que son pocas las personas que acuden al psicólogo o psiquiatra para tratarlas, ya que la fobia simple no suele no se considera popularmente un impedimento en la vida del afectado.
Hay que mencionar que estos padecimientos son curables, ya que los especialistas han encontrado
métodos muy efectivos para la rehabilitación, que consisten en una terapia de conducta
con técnicas de relajación, así como progresiva exposición a lo que produce temor y en ocasiones,
las dinámicas de grupo son excelente solución.
Para casos más graves, se suele incluir un tratamiento farmacológico, porque en muchos casos son eficaces en la resolución de este tipo de problemas (aunque no siempre). Aunado a ello, las relaciones cálidas y significativas son importante recurso para la seguridad emocional de la persona que sufre el trastorno, así que anime a quien se encuentre en una situación así, a no tenerle miedo a su fobia y ayúdele a someterse a un tratamiento. Afortunadamente la ciencia unida al cariño de los nuestros dan resultados a estos serios problemas.