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domingo, 8 de mayo de 2011

LA TRAMPA


Cuentacuentos.-

La Trampa

De todas las cosas que podría encontrar en esa cueva, no esperaba encontrarse con una guadaña apoyada en una roca. Buscó con sumo cuidado en todos los rincones del habitáculo, comprobando que no había nadie más en aquel lugar.... Se dirigió hacia la guadaña y sin tocarla, rodeó la roca donde se encontraba y la observó detenidamente, queriendo encontrar en ella alguna mueca, marca, grabación o nombre, que lo pusiera en la pista del dueño. Lo que era bien seguro es que quien había olvidado la guadaña en la roca, también había descubierto su refugio secreto. Aquel era su universo particular y no estaba dispuesto a dejar que nadie más supiera de su existencia....

Se adentró en la cueva, se quitó toda la ropa y se metió en las frías y cristalinas aguas subterráneas. Un hermoso lago debajo de la montaña que consideraba de su propiedad. Un sitio solitario y obscuro, donde sólo llegaba tenuemente algunos reflejos de luz desde la entrada de la cueva. Cerró los ojos y estuvo tendido en el agua un buen rato, como hacía a diario, desde que por suerte descubrió aquel recóndito lugar, alejado de toda civilización.

Ricardo, tenía una ruidosa taberna, donde el griterío de los clientes, la música a todo volumen y el humo denso, hacía que casi no pudiera respirar. Su trabajo era demasiado fatigoso y solamente soportable, pensando que al salir podría refugiarse en el mundo maravilloso y limpio de su cueva, donde sólo se oía el agua tintineante, como si de un maravilloso órgano se tratara.

Estaba Ricardo en el éxtasis de su baño, cuando de pronto algo le hizo abrir los ojos y allí estaba el dueño de la guadaña, portándola, vestido y encapuchado de negro olvido. Aquel extraño personaje puso su gran mano sobre el rostro de Ricardo y lo hundió con una fuerza sobrehumana. Ricardo, luchó y peleó todo lo que pudo para salir a tomar aire, pero aquel imponente ser se lo impedía...

A Ricardo no le quedó otro remedio que rendirse y dejar lo envolviese... La muerte se lo llevó con ella a un viaje hacia la nada.

Después regresó con su guadaña, para ayudar a otra persona a encontrar la cueva y dejar que se adueñara de ella, hasta que estuviera preparada a entregarse a las sombras del vacío infinito. No tenía prisa, esperaría a que llegara el momento oportuno...

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http://www.elcuentacuentos.com/


3 comentarios:

Jara dijo...

he sido incapaz de escribir algo con esta frase, aún la tengo en mente, pendiente, por si algo se cuece en esta cabecita que no responde ultimamente.

Quizás la promesa de esta semana no sea tal, pero no os abandono y sigo pendiente de crear.

La muerte llega a nuestra vida de formas muy curiosas... no me gusta como aparece en esta historia.


saludos Roc.
:)

Pugliesino dijo...

Es lo mas aleatorio que hay en este mundo. Y no hay prisa alguna :)

Tu relato le da la existencia de ser, y ello expresa el enorme poder de la imaginación, de la que la misma muerte no se libra.

Un abrazo Roc

Rebeca Gonzalo dijo...

Tampoco a mí me fue posible escribir nada a partir de esa frase y eso que visto el resultado de tu texto, Roc, no parece nada complicado. Me ha gustado el relato... incertidumbre, giros inesperados, misterio, cierto toque de terror. ¡Enhorabuena!