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sábado, 9 de abril de 2011

Cuentacuentos "El grito de los olvidados"

Cuentacuentos.-


El grito de los olvidados


Contó hasta tres y desapareció. Solía hacer eso mismo siempre que se veía en apuros. Era algo que había aprendido por casualidad cuando era muy pequeño y se encontraba en el internado.
Miguel, era un chico de apariencia normal, que se dedicaba a la ebanistería. Un oficio que le enseñaron entre palos y castigos, detrás de los muros de aquella olvidada institución, creada cien años antes de que él naciera y que había acogido desde entonces a esos niños que como él, eran encerrados y olvidados. Niños que incomodaban a la sociedad por haber sido frutos de amores prohibidos y clandestinos o porque nacieron con algún defecto y los padres prefirieron tenerlos a buen recaudo, para que nunca nadie supiera de su existencia. Niños que sus propios progenitores habían enterrado en vida y borrado sus recuerdos para siempre.
Aquel terrorífico lugar era el único hogar que había conocido Miguel, un superviviente, gracias a esa facultad de desaparecer justo en el momento oportuno. Jamás nadie de los que dirigían el orfelinato, se sintieron amenazados por aquel chiquillo de carácter apacible y con el don de no estar jamás en un lugar equivocado o comprometido. Debido a esas circunstancias y a saber tener la boca bien callada, pudo sobrevivir ante tanta crueldad y miseria como guardaban aquellos ojos grises, tristes y misteriosos.
A esas facultades detalladas anteriormente se unía que desde siempre había sido el mancebo del director del centro. Miguel no recordaba cuando comenzaron los abusos hacia su persona. Cuando tuvo uso de razón, ya era tocado y sodomizado casi todas las noches por el director del orfanato. No podía borrar de su boca, de su cuerpo ni de su cabeza el olor a alcohol, sudor y otros flujos del gordo director, que aunque siempre había sido su agonía, también podía decir que fue su salvación para haber escapado de allí con vida...
Hacía tres años que trabajaba en la carpintería del hermano del citado director del Santo Ángel, nombre que reflejaba bien poco los terribles crímenes y abusos que sufrieron durante más de un siglo, niños que no supieron pasar desapercibido como el protagonista de esta triste historia. Miguel, había sabido callar durante diecinueve años y lograría estar así todo el tiempo que fuera necesario hasta que dejaran de vigilarlo estrechamente y se sintieran confiados en que él seguía sin representar ninguna amenaza para nadie.
Dentro de su desgracia, se sentía un gran privilegiado, ya que con él, eran dos los chicos que habían logrado salir con vida de aquellos muros al alcanzar la mayoría de edad. El primero en lograrlo, estaba preso, pues nada más salir, se convirtió en un inhumano sicario, copiando lo que para él había sido cotidiano desde el día de su nacimiento. Lograron hacerlo una máquina de aniquilar a todos los que estorbaban y ahora era tan asesino como sus propios verdugos. Pero Miguel, no había perdido la cabeza ni se sentía culpable de esos horrendos asesinatos. Él se mantuvo cuerdo gracias a la promesa que hizo a sus únicos amigos, que murieron destrozados en sesiones de pedofilia, organizadas por los regentes de la institución y donde participaban personas poderosas e influyentes, que si supieron siempre lo que ocurría detrás de aquellas paredes y que en muchas ocasiones habían sido los ejetutores de aquellas tiernas e inocentes personitas, utilizándolos como objetos en sus macabras perversiones.
Esos sujetos de importantes posiciones, sus caras y sus nombres, permanecían intactos en la cabeza de Miguel, cuyo único fin que esperaba de la vida, era desenmascararlos ante toda la sociedad y hacer público lo que allí ocurría... No sólo se lo debía a sus amigos muertos y a él mismo, sino a ciento catorce niños, que seguían encerrados en aquel infierno y que él se sentía el elegido para su liberación...
La vida que Miguel llevaba fuera del internado era de lo más normal, trabajaba, veía la televisión, oía mucho la radio e incluso había ido al cine en algunas ocasiones, demostrando de este modo a sus controladores, que no era nadie que los pudiera perjudicar o comprometer... Lo que no sabían era que lo único que buscaba y esperaba Miguel, era el tiempo justo y la persona idónea que le pudiera ayudar a sacar todo a la luz...
Fue de este modo como dio conmigo. Yo soy una periodista dedicada a la radio desde mis comienzos. Una mujer que siempre ha luchado contra la injusticia y así lo he reflejado en cada programa que he realizado en los quince años que llevo de profesión.
Un día, que parecía que iba a transcurrir normal, recibí una llamada privada al programa, pidiendo por favor no salir a las ondas, por ser un caso sumamente delicado. Al principio pensé que se trataba de algún chalado, pero la curiosidad periodística pudo con la lógica de la razón y me puse al auricular, donde al otro lado de la línea comenzó mis charlas con Miguel, diciéndome que podía informarme de algo que me haría la periodista más famosa del momento... Un caso muy delicado que habría que estudiarlo a fondo. En honor a la verdad, ese primer contacto confirmó la hipótesis de que era un loco más de tantos como andan sueltos por el mundo. Sobre todo, porque no me daba nombres, teléfonos ni nada que pudiera corroborar que lo que decía era verdad, pero mi interés profesional, mi curiosidad humana y supongo que un poco el destino que todos tenemos, me hizo aceptar recibir en la dirección de la cadena, cartas a mi nombre, explicando poco a poco la cuestión. No podría contestar los escritos. Sería Miguel siempre el que llamaría o escribiría hasta saber que no se había equivocado al elegir a la persona...
Aquellas cartas y llamadas duraron más de un año y lo que allí se contaba hizo que yo pudiera poner en marcha un equipo de investigación, que ha dado como resultado la detención de todo el personal del centro, el cierre del mismo, el encarcelamiento de muchas de las personas del más alto nivel dentro de la sociedad, de fuera y dentro de la ciudad y la liberación de más de cien criaturas que estaban condenadas sin remedio...
A Miguel y su nombre real no pude conocerlo hasta que él estuvo bien convencido de que yo estaba dispuesta a destapar todo este sucio asunto.
Una vez terminado el proceso y desenterrados miles de cadáveres de niños, en el lugar que él había indicado, quise brindarle mi ayuda, tanto de amistad, como para que fuera tratado por profesionales que le ayudaran a superar todo lo que por desgracia le había tocado vivir, pero no aceptó. Un día desapareció, hace ya cinco años y nunca más he vuelto a saber de él. No sé si se encuentra con vida ni si está fuera o dentro del país. Es como si se lo hubiera tragado la tierra....

Para leer más historias que comienzan con la misma frase, sólo tienes que clicar en el siguiente enlace: http://www.elcuentacuentos.com

11 comentarios:

Jan Lorenzo dijo...

Quizá era eso justo lo que quería, desaparecer del mundo, de su pasado, de su vida. Olvidar todo lo malo y comenzar de cero una vez que sabía que no se volvería a repetir... Quizá ya había conseguido lo que buscaba y ahora trata de encontrar un poco de paz para él mismo...

Muy duro el relato y por desgracia tan real... Seguramente sea esto último lo que lo hace tan duro.


Por cierto, mi protagonista se llama Farah, justamente por Farah Diba ;)


Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

wannea dijo...

O.o sin palabras, un relato muy duro que nos hace pensar en toda esa gente que esta en la misma situación que tu protagonista y que no puede hacer nada para salir de ella

bessos

Pugliesino dijo...

Te adentras tras los muros de un mundo repugnante y al mismo tiempo enquistado en todo tipo de sociedades, que como el maltrato y la explotación, se adhieren a ella y cuesta mucho quitar.
Pero algo falla en nuestro sistema cuando solo y únicamente desde dentro, como hace Miguel, puede darse los pasos para procesarlos.
Ahondas en tu narración en el dantesco escenario, y en el detalle de la tendencia a confundir con locura hablar de ello, pero es tan corta la distancia entre eso y desenmascarlo que puede decirse que Miguel lo que tuvo fue suerte con la periodista.

Estremecedor relato, un abrazo y que ojalá que estos gritos nunca se olviden

Hell dijo...

Impresionante, ROC.
Una historia tan llena de pequeñas, duras y crudas historias, que te hacen sentir partícipe según avanza el relato. Al menos en mi caso.
Tratada de una manera tan bien discurrida que, cuando mezclas en la historia a la periodista como narradora, hace que se vuelva más real aún.
Me ha gustado muchísimo.
Incluso aunque me deje un mal sabor de boca, por el tema en cuestión, abandono la lectura contento de haber leído algo realmente tan bien hecho.
Felicidades!!!
Apúntate un tanto más a la larga lista de tus escritos.
Nos seguimos leyendo!!!

Hell.

P.D.: Sólo un pequeño "pero", y espero que no sea descortés, pero mírate la palabra "verdugo".

Besos!

Roc dijo...

Por supuesto que no resultas nada descortés Hell, sino todo lo contrario. Te agradezco la corrección, porque de siempre he tenido problemas con esa palabreja que a mi me parece que merece ser escrita con b. Me pasa como a Valle Inclán con la palabra ermita, que él la escribía con h y decía que era una palabra tan hermosa que sin h no le sonaba bien...
Yo escribo siempre en wordpad, que no tiene para corregir y tengo la mala costumbre de no pasar lo que escribo por ningún corrector, pero no sólo lo que escribo en los blogs, sino tampoco ninguna noticia de las muchísimas que culgo a diario en el periódico.
Malos hábitos que tengo que corregir, porque me puede pasar como en esta ocasión y yo soy una acérrima defensora del español escrito lo más puro posible y sin faltas ortográficas.
Muchas gracias y siempre que veas un error dímelo por favor.

Jara dijo...

Me gustan este tipo de historias, porque son muy reales pero también es verdad que muchas veces caemos en los estereotipos, como el clasico gordo sudoso que abusa de los niños, pero salvo eso el resto me engancha desde el principio.

Un placer :)

Roc dijo...

Lara para un niño pequeño todos son gordos sudosos y asquerosos ¿Es que ya no te acuerdas cuando eras pequeña? ¿No veías a los adultos absurdos y a veces payasos maquillados...? No se trata de un estereotipo. Es una verdad desde los ojos de un niño.
Ten en cuenta que para un niño o una niña de cinco años, su hermana o su prima de quince es una vieja o un viejo insoportable...

Hell dijo...

Pues mira... debía ser un buen hombre, ese Valle Inclán, porque le pasaba exactamente lo mismo que a mí. Y continuo pensando que Ermita queda muy bien con H, y como no tiene ninguna connotación sonora, que es sólo estética, pues más aún!!! :)
Besos!!!

Hell.

atenea dijo...

Muy buena historia, y muy dura al mismo tiempo. Me gusta cómo nos cuentas poco a poco cómo esos niños acaban en ese lugar, cómo viven (o malviven) allí, la vida del protagonista, su decisión de contar lo que ocurre... Al final no podemos más que vernos totalmente inmersos en esa situación gracias a cada uno de los detalles que das.

Sólo una cosita, cuando explicas que los padres de los niños los habían dejado allí dices que los "habían enterrados" en vida (¿no sería "habían enterrado"?) y el resto de la frase no me cuadra tampoco, no sé, yo cambiaría la estructura para que quedara más claro. No me lo tengas en cuenta, es deformación profesional y me sale el instinto de profe automáticamente jajaja

Me ha encantado :)

Besos!

Roc dijo...

Pues si, quizás sobren las los s, la de enterrados y la de olvidados... Por lo demás, creo que la frase es correcta.
Yo también soy (o debería ser) maestra de la palabra escrita. Soy periodista y lo que no tengo es tiempo...
Mis historias son escritas en cinco minutos y casi siempre comienzo sin tener idea de lo que voy a contar...
Gracias por tu corrección.

Rebeca Gonzalo dijo...

Supongo que cumplió su promesa de poner las cosas en su sitio. A veces es mejor el anonimato. Una historia estremecedora.