Cuentacuentos.-
¡¡Curry no por favor!!
La casa se inundó de un olor a arroz con curry y ese terrible aroma y el sudor producido por la bajada de la fiebre, me hizo volver a la realidad, con la misma pesadez que si hubiera corrido veinte kilómetros sin parar...
Ese sábado, me había despertado con la sensación de miles de alfileres clavados por todo el cuerpo, con alguien sentado dentro de mi cabeza tocando un enorme tambor, la cara hinchada sin poder respirar ni por la boca ni por la nariz, los ojos llorosos y salidos de sus órbitas y un terrible frío que se me calaba dentro de los huesos, en especial en la espina dorsal. Cuando abrió los ojos a mi lado mi marido y vio la situación en la que me encontraba, se abrazó a mi espalda y comenzó a besar mi nuca y mis hombros mientras repetía “no sabes cuanto lo siento, pero ya te dije que terminaría contagiándote la gripe y tú te creías inmune a ella, porque hacía cinco años que no te pillaba,,,” Y continuó diciendo: "Pero no te preocupes de nada. Aquí estoy yo que te cuidaré y te daré muchos mimitos para que se te haga leve". Dio un salto de la cama y salió del dormitorio, regresando al poco rato con un gran vaso de zumo de naranja recién exprimidas, una tostada con mantequilla, un café con leche y una pastilla de paracetamol en la mano.
-¡Venga! Tienes que comer algo para poder tomarte el analgésico y ya verás como te pones mejor!!
Como pude, me incliné y me tomé el zumo de naranja, un poquito de café y el calmante; la tostada no se me apetecía y aunque él insistía, le hice comprender que comerla sin ganas me sentaría mal. Él se encargó a continuación de arroparme bien mientras me decía que durmiera un rato y así me haría efecto la pastilla. Además, me tranquilizaba diciendo "por la casa no tengas cuidado, porque ahora mismo me pongo manos a la obra y la voy a dejar limpia como una patena".
Debí dormirme rápidamente y así estuve, hasta que me despertó el olor a arroz con curry y el sudor, que me tenía toda empapada.... Me destapé con desespero y si, el analgésico había hecho su efecto y me encontraba mal, pero bastante mejor que dos horas antes. Con mucho cuidado, cogí el teléfono de la mesilla y marqué el número de mi madre...
-Dígame -contestaba mi progenitora al otro lado de la línea.
-Mamá, estoy enferma. Tengo la gripe "creo" y necesito tu puchero. Es cuestión de urgencia, porque Ricardo ha hecho arroz con curry, sin saber que es la comida que más odio en el mundo. Ha sido con su mejor intención y queriendo cuidarme con todo mimo, no quisiera tener que decirle que eso no puedo comérmelo yo ni aunque estuviera buena.
- Ya sabes que los sábados siempre hago puchero y ahora mismo te llevo una buena olla con bastante yerbabuena -me dijo mi madre con la dulzura que la caracteriza.
- Pero que no sepa Ricardo que te he llamado yo -le insistí con vehemencia; no quiero por nada en el mundo que se sienta ofendido.
- No te preocupes, que ya conoces los dotes de actriz que tengo -añadió mi madre burlonamente..
Efectivamente, no había pasado ni media hora, cuando sonó el timbre de la puerta y pude oír la voz de mi madre sorprendiéndose de que estuviera enferma. Mi marido le decía con voz susurrante "espere un minuto, que voy a ver si sigue dormida".
Abrió con sumo cuidado la puerta de la alcoba y en ese momento repetí yo el destape desesperado que hice nada más despertarme por el olor a arroz con curry...
-Entre Elvira, que si se acaba de despertar -indicaba Ricardo a su suegra, mientras se disculpaba conmigo.
-No, ya estaba despierta, porque tengo mucha calor. - Eso es que te ha bajado la fiebre cariño -dijo Ricardo mientras me ponía la mano en la frente.
-Llámalo instinto maternal, pero cuando anoche hablamos por teléfono, te noté la voz tomada y cuando he terminado de hacer el cocido he pensado que te vendría bien un caldito y he venido a traerte una olla con yerbabuena, como a ti te gusta.
-¡Oh mamá! Eres un sol, porque precisamente eso es lo que me pide el cuerpo.
-No se tenía que haber molestado Elvira, he preparado el plato que más me gusta y que hacía muchísimo tiempo que no comía -arroz con curry, puntualizó Ricardo relamiéndose de gusto.
-No lo he probado nunca, pero debe de estar buenísimo por como huele toda la casa -Dijo mamá a su yerno.
-Yo no huelo ¿Pero te molestaría que yo comiera el pucherito de mi madre?
-Claro que no Elia. Lo he hecho para que comieras algo rico, pero a mi me encanta y no me importa repetir a la noche y mañana si sobra...
-Ya que yo no voy a comerlo, le podrías dar a mi madre un plato para que lo pruebe.
-desde luego que si. Siempre me ha salido muy bueno, aunque desde que me casé no lo he hecho ¿Quiere quedarse a comer con nosotros Elvira? -Dijo sonriente Ricardo, esperando que alguien probara lo que él consideraba su estrella culinaria.
-No hijo, me está esperando toda la familia para comer. Mi hijo mayor y su mujer también irán a casa y no es plan de que yo falte....
-Pues ahora mismo le preparo un taper y ya me dirá si le ha gustado.
-Si, luego te llamo y te diré si eres o no buen cocinero...
La olla del puchero de mamá era bien grande y tuve comida todos los días que duró mi molesta gripe. Los mismos que Ricardo, estuvo disfrutando de su arroz con curry, que espero que lo haya hartado por otra buena temporada.
Mi madre alabó el arroz de Ricardo y le dijo que tendrá que hacerlo cuando vayamos al campo, para que lo prueben todos los demás.... Una idea estupenda, porque también suele haber barbacoa y yo no tendré que comer curry, porque es el curry lo que no me gusta; el arroz si, pero en paella, sopa, con conejo, con pollo, etc....
Ya le contaré a Ricardo que odio el curry, pero lo haré en otra ocasión más oportuna. Ahora quiero seguir sintiéndome mimada como una niña pequeña...
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