Cuéntame para poder situarme

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sábado, 26 de marzo de 2011

¡¡Curry no por favor!!




Cuentacuentos.-
¡¡Curry no por favor!!

La casa se inundó de un olor a arroz con curry y ese terrible aroma y el sudor producido por la bajada de la fiebre, me hizo volver a la realidad, con la misma pesadez que si hubiera corrido veinte kilómetros sin parar...
Ese sábado, me había despertado con la sensación de miles de alfileres clavados por todo el cuerpo, con alguien sentado dentro de mi cabeza tocando un enorme tambor, la cara hinchada sin poder respirar ni por la boca ni por la nariz, los ojos llorosos y salidos de sus órbitas y un terrible frío que se me calaba dentro de los huesos, en especial en la espina dorsal. Cuando abrió los ojos a mi lado mi marido y vio la situación en la que me encontraba, se abrazó a mi espalda y comenzó a besar mi nuca y mis hombros mientras repetía “no sabes cuanto lo siento, pero ya te dije que terminaría contagiándote la gripe y tú te creías inmune a ella, porque hacía cinco años que no te pillaba,,,” Y continuó diciendo: "Pero no te preocupes de nada. Aquí estoy yo que te cuidaré y te daré muchos mimitos para que se te haga leve". Dio un salto de la cama y salió del dormitorio, regresando al poco rato con un gran vaso de zumo de naranja recién exprimidas, una tostada con mantequilla, un café con leche y una pastilla de paracetamol en la mano.
-¡Venga! Tienes que comer algo para poder tomarte el analgésico y ya verás como te pones mejor!!
Como pude, me incliné y me tomé el zumo de naranja, un poquito de café y el calmante; la tostada no se me apetecía y aunque él insistía, le hice comprender que comerla sin ganas me sentaría mal. Él se encargó a continuación de arroparme bien mientras me decía que durmiera un rato y así me haría efecto la pastilla. Además, me tranquilizaba diciendo "por la casa no tengas cuidado, porque ahora mismo me pongo manos a la obra y la voy a dejar limpia como una patena".
Debí dormirme rápidamente y así estuve, hasta que me despertó el olor a arroz con curry y el sudor, que me tenía toda empapada.... Me destapé con desespero y si, el analgésico había hecho su efecto y me encontraba mal, pero bastante mejor que dos horas antes. Con mucho cuidado, cogí el teléfono de la mesilla y marqué el número de mi madre...
-Dígame -contestaba mi progenitora al otro lado de la línea.
-Mamá, estoy enferma. Tengo la gripe "creo" y necesito tu puchero. Es cuestión de urgencia, porque Ricardo ha hecho arroz con curry, sin saber que es la comida que más odio en el mundo. Ha sido con su mejor intención y queriendo cuidarme con todo mimo, no quisiera tener que decirle que eso no puedo comérmelo yo ni aunque estuviera buena.
- Ya sabes que los sábados siempre hago puchero y ahora mismo te llevo una buena olla con bastante yerbabuena -me dijo mi madre con la dulzura que la caracteriza.
- Pero que no sepa Ricardo que te he llamado yo -le insistí con vehemencia; no quiero por nada en el mundo que se sienta ofendido.
- No te preocupes, que ya conoces los dotes de actriz que tengo -añadió mi madre burlonamente..
Efectivamente, no había pasado ni media hora, cuando sonó el timbre de la puerta y pude oír la voz de mi madre sorprendiéndose de que estuviera enferma. Mi marido le decía con voz susurrante "espere un minuto, que voy a ver si sigue dormida".
Abrió con sumo cuidado la puerta de la alcoba y en ese momento repetí yo el destape desesperado que hice nada más despertarme por el olor a arroz con curry...
-Entre Elvira, que si se acaba de despertar -indicaba Ricardo a su suegra, mientras se disculpaba conmigo.
-No, ya estaba despierta, porque tengo mucha calor. - Eso es que te ha bajado la fiebre cariño -dijo Ricardo mientras me ponía la mano en la frente.
-Llámalo instinto maternal, pero cuando anoche hablamos por teléfono, te noté la voz tomada y cuando he terminado de hacer el cocido he pensado que te vendría bien un caldito y he venido a traerte una olla con yerbabuena, como a ti te gusta.
-¡Oh mamá! Eres un sol, porque precisamente eso es lo que me pide el cuerpo.
-No se tenía que haber molestado Elvira, he preparado el plato que más me gusta y que hacía muchísimo tiempo que no comía -arroz con curry, puntualizó Ricardo relamiéndose de gusto.
-No lo he probado nunca, pero debe de estar buenísimo por como huele toda la casa -Dijo mamá a su yerno.
-Yo no huelo ¿Pero te molestaría que yo comiera el pucherito de mi madre?
-Claro que no Elia. Lo he hecho para que comieras algo rico, pero a mi me encanta y no me importa repetir a la noche y mañana si sobra...
-Ya que yo no voy a comerlo, le podrías dar a mi madre un plato para que lo pruebe.
-desde luego que si. Siempre me ha salido muy bueno, aunque desde que me casé no lo he hecho ¿Quiere quedarse a comer con nosotros Elvira? -Dijo sonriente Ricardo, esperando que alguien probara lo que él consideraba su estrella culinaria.
-No hijo, me está esperando toda la familia para comer. Mi hijo mayor y su mujer también irán a casa y no es plan de que yo falte....
-Pues ahora mismo le preparo un taper y ya me dirá si le ha gustado.
-Si, luego te llamo y te diré si eres o no buen cocinero...
La olla del puchero de mamá era bien grande y tuve comida todos los días que duró mi molesta gripe. Los mismos que Ricardo, estuvo disfrutando de su arroz con curry, que espero que lo haya hartado por otra buena temporada.
Mi madre alabó el arroz de Ricardo y le dijo que tendrá que hacerlo cuando vayamos al campo, para que lo prueben todos los demás.... Una idea estupenda, porque también suele haber barbacoa y yo no tendré que comer curry, porque es el curry lo que no me gusta; el arroz si, pero en paella, sopa, con conejo, con pollo, etc....
Ya le contaré a Ricardo que odio el curry, pero lo haré en otra ocasión más oportuna. Ahora quiero seguir sintiéndome mimada como una niña pequeña...

Para leer más y buenas historias que comienzan con la frase "La casa se inundó de un olor a arroz con curry" sólo tienes que clicar en el siguiente enlace:
http://www.elcuentacuentos.com/






domingo, 20 de marzo de 2011

Cuentacuentos "La lucha por la libertad de elección"

Cuentacuentos.-

La lucha por la libertad de elección


"Tras varios días de espera, decidió reanudar la marcha sola".
Las cosas no eran igual a principio de los años sesenta. Entonces las mujeres se preparaban para ser madres y esposas y nadie pensaba que pudieran tener otras aspiraciones en sus vidas. Eso le ocurrió a mi madre y a su hermana, mi tía, que era una mujer de mucho carácter y que nunca estuvo dispuesta a ser tratada de forma diferente a sus hermanos varones. A ellos si se les animaban a estudiar en la universidad y se les hacían saber con frecuencia lo orgullosa que se sentía toda la familia de que llegaran a ser unos buenos abogados, médicos, ingenieros, etc....
No, mi tía Cecilia, no sentía ninguna vacación de esposa abnegada y sacrificada. Ella quería estudiar una carrera de Ciencia y estaba dispuesta a todos los sacrificios necesarios con tal de lograrlo. Nadie en casa la comprendía. Todos opinaban que para qué iba a perder el tiempo, si cuando tuviera hijos tendría que aparcar sus estudios o su trabajo. En realidad a nadie le preocupaba que fuera una persona mucho más inteligente que sus hermanos varones y que lo único que impedía realizar su sueño era haber nacido con el sexo femenino.
Mi tía era todo lo contrario que su hermana Marta, que era mi madre. Una mujer dulce, que necesitaba ser guiada y que nunca expresaba una opinión distinta a la de su padre, marido o hermanos. Ella si tenía muy asumido su papel de mujer de su tiempo y encontraba lógico que el hombre estudiara, trabajara y buscara el sustento de la familia y ella se encargara de parir, educar a sus hijos y mantener el hogar unido, con la comida a sus horas y toda la ropa lista, lavada y bien planchada. Mi madre era y es de las que repite frecuentemente que un hogar no es hogar si la madre trabaja y no está en casa cuando regresan el marido y los hijos...
Todo un año estuvo mi tía Cecilia, tratando de convencer a su hermana, para que ambas se fueran a Francia, donde podrían estudiar y labrarse un futuro sin tener en cuenta su sexo. Sus argumentos eran muy válidos, ya que por aquel entonces, ninguna de las dos tenían novios y nadie sabía lo que sería el futuro... Mas cuando una mujer que llegaba a los treinta años sin casarse, ya era considerada una solterona y el sello la condenaría a quedarse sola o a casarse con algún viudo, que más que necesitar una mujer, lo que buscaba era a alguien que le cuidara la casa y le criara a los hijos que habían quedado huérfanos de madre.
Así fue como las gemelas Cecilia y Marta, tomaron caminos distintos en la vida. Hasta los dieciocho años, las dos habían estado siempre juntas, pero al mismo tiempo, nunca hubo nadie más distanciadas que ellas en realidad. Mi madre conoció ese año al que sería mi padre. Se hicieron novios y se casaron justo tres años más tarde. Hoy llevan juntos la friolera de cuarenta y siete años casados y francamente siguen siendo un matrimonio envidiable....
Mi tía Cecilia, marchó sola a París, donde estudió su ansiada carrera y donde se estableció como una eminente química. Nunca se casó y se deshace en regalos y muestras de cariño con nosotros sus sobrinos. Lo curioso del caso es que cuando se reunen en Navidad y verano, mi madre sigue pensando exactamente igual y no cambiaría nada de su vida y en cambio mi tía, repite con mucha frecuencia que daría todo lo que tiene por tener una familia como la de mi madre. Bastante curioso ¿Verdad...?
Hoy, pienso muchas veces en las diferencias que hay entre mi tía y mi madre y lo que saco en conclusión es que ambas son muy loables y las dos tienen razón. Lo importante es saber respetar lo que necesite cada persona sin imposiciones ridículas.. Quizás si el hecho hubiera ocurrido ahora, mi tía no seguiría soltera y podría tener su propia familia. Pudo vencer muchas dificultades, pero no pudo encontrar a ningún hombre de la época, que quisiera casarse con una mujer que estaría más tiempo fuera que dentro de casa y que seguramente cobrara más que él. Pero esto es otra historia....


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sábado, 12 de marzo de 2011

Cuentacuentos.- "Como el Ave Fénix"



Cuentacuentos.-


Como el ave Fénix



De repente un día, todo comenzó de nuevo....

Y es que después de una larga ausencia por motivos laborales, me pasé por lo que consideraba mi casa y el lugar más especial del mundo virtual, donde cada semana fluía la magia de historias maravillosas y de amistades reales y auténticas, que daban calor a la red. Comentarios llenos de admiración y un foro humano, donde muchos de los cuentacuentos se refugiaban y compartían gustos, penas y alegrías. Muchos de ellos, incluso se habían conocido en persona, estableciendo lazos de amistad bastantes más fuertes si eso era posible...

No lo podía creer, el sitio estaba solitario. Podría decirse que desértico... Puse algunos comentarios, comprobando los días siguientes que nadie los había leído. El rincón, se había convertido en un lugar fantasmagórico donde sólo vivían los fantasmas de los protagonistas de las infinidades de historias publicadas. Historias de todo tipo, que habían surgido a partir de una frase y que se podían leer pulsando en el enlace de cada uno de los escritores participantes.

Por cierto ¿Qué ha pasado con el Señor de las Historias? ¿Se habrá cansado de esperar a los cuentacuentos o es él el que ha desaparecido o le ha ocurrido algo? Esas preguntas también me inquietaron sobremanera, porque un tiempo atrás, hubiera sido impensable que se hubiese rendido así como así.....

La añoranza me hacía entrar de vez en cuando en la página Web, pero todo seguía triste y en silencio. Hacía mucho tiempo que nadie añadía ni un triste comentario ni una simple felicitación, cosa que era costumbre hacer en los cumpleaños de todos los miembros. Pero un día, así de repente, como suelen pasar las cosas buenas y malas, recibí un mensaje de un antiguo compañero cuentacuentos. El mensaje decía litaralmente: “Ya se que no debería permitirme tanta licencia, pero llevo días dándole vueltas a la cabeza, pensando en que el cuentacuentos está muy parado y hace muchos martes que no hay frases inspiradoras... En este asunto no hay culpables. Es como si el mundo de Peter Pan muriese de un día para otro, pero quedase siempre una campanilla de esperanza para resucitarlo. Justo hoy me he encontrado un enlace de Jara que habla de reactivar el foro y con ello a ver si damos ánimo y vidilla al Sdlh y reavivamos la magia”.

Por fin una respuesta a algunas de mis preguntas. Entré en el enlace que añadía al final del mensaje y “voila”, allí estaban algunos de mis antiguos compañeros, dispuestos a que resurgiera el mundo fantástico de los cuentos. Curiosamente eran algunos de los primeros que formamos parte de este precioso proyecto y que se ve que no estaban dispuesto a que se apagara la campanilla que había olvidado Peter Pan. Gente que como yo, tenía mucha nostalgia, al ver en penumbra la página que nos tuvo en vela más de una noche, bien leyendo grandes historias o participando en el foro intensamente.

Volví para publicar mi pequeña historia, igual que lo había hecho muchas veces y no pude evitar que se me humedecieran los ojos, porque alli estaban publicadas un montón de historias, de compañeros que había leído en multitud de ocasiones y de otros que ni siquiera conocía, pero que le iba a poner remedio de inmediato, en cuanto leyera su cuentos y les comentara lo que me había parecido. El foro también había resurgido tímidamente, pero con tantos mensajes de cariño, que ahora estaba segura de que elcuentacuentos.com era mucho más que una página web. Allí había muchos corazones latiendo al unísono. Era y es lo que consideramos nuestro punto de referencia en la red. Nuestra casa en una palabra...

Muchas gracias a Jara, por tomar la iniciativa de inyectar nuevas ilusiones. Y por supuesto a Andrés (Mundoyas), que fue la persona que me puso el mensaje....


Para leer muchas más y buenas historias que comienzan con la frase “De repente un día, todo comenzó de nuevo”, sólo tienen que clicar en el siguiente enlace: http://www.elcuentacuentos.com/